El papel de la familia en la terapia infantil relacional
En la Psicoterapia Infantil Gestalt con enfoque relacional, la familia no es solo un contexto del niño: es parte activa del proceso terapéutico. Esta visión reconoce que los síntomas que manifiesta un niño —como ansiedad, berrinches, retraimiento, problemas de conducta o tristeza— no pueden comprenderse de forma aislada, sino que están profundamente relacionados con los vínculos primarios que ha establecido con sus figuras de cuidado. Por eso, trabajar con el niño implica también mirar, acompañar y transformar sus relaciones más cercanas: en especial, la que tiene con sus padres o cuidadores.
Desde esta perspectiva, la familia no es vista como culpable, sino como corresponsable y como fuente de recursos para la transformación. Cuando un niño comienza un proceso terapéutico, no basta con que asista solo a sesiones individuales. La intervención efectiva ocurre cuando los adultos que lo rodean también se involucran, se abren a comprender el mundo emocional del niño y reflexionan sobre cómo su estilo de crianza, sus propias heridas o sus dinámicas familiares impactan en el bienestar del pequeño.
En la terapia relacional, las sesiones no se limitan a observar o diagnosticar al niño. Por el contrario, se promueven sesiones conjuntas en donde padres e hijos participan activamente, se expresan, juegan, se comunican y elaboran juntos nuevas formas de relación. Estas sesiones permiten al terapeuta observar directamente cómo es la dinámica familiar y ofrecer intervenciones que favorezcan el vínculo, el contacto auténtico y la expresión emocional.
Además, se contemplan espacios de trabajo únicamente con los padres, en donde puedan identificar sus propias emociones, patrones relacionales y modos de reacción frente a los comportamientos de sus hijos. Esta conciencia es clave para generar cambios sostenibles y construir entornos más empáticos, coherentes y afectivos.
El terapeuta actúa como facilitador del contacto entre el niño y su familia, generando un espacio seguro donde todos puedan sentirse vistos, escuchados y validados. A través de este proceso, se restaura la confianza, se fortalecen los vínculos y se aprende una forma de relacionarse basada en el respeto mutuo, la responsabilidad emocional y el afecto.
En definitiva, la familia no es un “agregado” al proceso terapéutico infantil. Es el escenario donde la mayoría de los conflictos se gestan y, al mismo tiempo, el lugar más potente para sanar. La Psicoterapia Infantil Gestalt lo entiende así, y por eso coloca al vínculo familiar en el centro de la intervención.
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Por Dra. Guadalupe Amescua Villela
Fundadora del CESIGUE y autora del libro Psicoterapia Infantil Relacional: Modelo CESIGUE