Las enfermedades de tipo psicosomáticas presentan síntomas físicos derivados de situaciones emocionales, como el estrés, la ansiedad o la depresión. En muchos casos se debe a un desequilibrio entre el cuerpo y la mente, que puede hacer bajar nuestras defensas y exponernos a todo tipo de enfermedades.

Esto sucede cuando el estrés y la angustia producen en nuestro cuerpo corticoides y estas hormonas actúan deliberadamente reduciendo nuestras defensas.

Antes de enfermar, el cuerpo nos manda «señales previas», que debemos poner atención. El lenguaje común está lleno de ellas:

• «tengo un peso en los hombros»

• «se me va la cabeza»

• «tener un nudo en la garganta»

• «tengo presión en el pecho»

• «es que no puedo con mi cuerpo»

• «siento un vacío»

• «estar hasta las narices»

• «no poner el corazón»

• «me falta el aire»

• «y un largo etcétera».

¿Te las escuchaste decir alguna de ellas en la última semana?

 

Los síntomas más comúnmente consultados a los médicos son:

• Dolores intensos de cabeza.

• Dolores de espalda.

• Mareos o vértigos.

• Gases y molestias digestivas.

• Disnea o dificultad respiratoria.

• Taquicardia.

• Molestias generalizadas (articulaciones, musculatura…).

• Fatiga y debilidad.

 

Por lo tanto, existen muchas enfermedades directamente relacionadas con estados de angustia o estrés como, por ejemplo:

• La hipertensión.

• El asma o la rinitis alérgica.

• El intestino irritable.

• La cefalea tensional.

• Las úlceras de estómago.

• La impotencia y otras disfunciones sexuales.

• La alopecia.

• La psoriasis y otros problemas dérmicos (acné, dermatitis…)

• Trastornos cognitivos y algunas demencias.

• Insomnio.

• Además, enfermedades muy graves, como un cáncer pueden verse agravadas por el estado emocional del paciente.