Has escuchado hablar a personas que durante una plática llegan a mencionar frases donde hacen alusión a una experiencia de vida englobando un concepto generalizado hacia un género o totalizando a las personas por una conducta, sin distinguir de forma cuidadosa a cada una de ellas, es decir, por uno pagan todos(as), y tal vez nosotros lo hemos hecho jugando o sin darnos cuenta; con frases tales como: “Todos los hombres son iguales”, “Por qué siempre a mí”, “Yo lo doy todo; sin embargo, siempre me pagan mal”, etc. Es posible que lo hayamos experimentado en varias ocasiones en nuestra vida o lo hayamos observado en alguien; no obstante, cada que sucede nuevamente duele y no entendemos porque se nos repite; justo a nosotros, cómo si algo estuviéramos pagando. Y entras en otros cuestionamientos que fuera de ayudarte te vuelven rígido en la conducta ante una nueva experiencia con el otro, porque ya no confías.

Estas experiencias de vida, marcan tu presente dado que sólo dan vueltas en tu cabeza sin soltarlas, porque ahora te cuidas por lo desagradables que fueron y porque no se quiere volver a vivir una situación así, con toda razón. Sin embargo, justo este estar en el mundo afecta tus relaciones, esto se convertirá en el conflicto y hasta poder darse cuenta, podrías estar haciendo lo mismo que has hecho siempre y se repite la historia. Trabajar en terapia puede favorecer mucho a desarrollar habilidades que te permitan ver lo que pasa contigo y lo que pones en una relación al contactar a los demás, y me refiero a que uno mismo puede tener identificado lo que nos sucede; pero no ser conscientes de lo que estamos haciendo desde nuestro comportamiento con el otro. Conductas, como permitir que otro decida por mí, no saber decir no, hacer que el otro haga lo que yo digo, aunque el otro no quiera, exigir, reclamar, callar, dejar de escuchar, dejarlo pasar, descalificar al otro, etc. Situaciones que ponen en juego el respeto, la tolerancia, la inversión al otro o a uno mismo, la honestidad, etc.

Para poder recuperar esa paz, estar bien contigo mismo y con los demás se requiere preguntarse, ¿Qué es lo que yo si hago (por malo que sea)? Y tomo desde el fondo de mi corazón con responsabilidad, porque lo reconozco; hacer consciencia de las veces que has gritado, no has cumplido con una promesa, has hecho cosas que nadie te ha encomendado minimizando a otro, o dado una mala contestación, incluso siendo indiferente, etc. Sin darte cuenta. Ser honesto puede ser difícil, pero si se evade, no podremos crecer como personas. Te has preguntado ¿Cómo afecta esto a las personas que te rodean?, ¿Cómo crees que se sienten los demás con lo que haces?, ¿Cuáles son los costos de tu comportamiento para ti y para los que te rodean? Yo creo que valdría la pena revisar y pensar si se quiere cambiar, con la esperanza de un día no tener que decir “Por qué siempre a mí “

En esta cuarentena, pueden intensificarse las conductas por el encierro; obsérvate, sé honesto al mirarte a ti con los demás y descubrirás que la vida puede cambiar desde tu darte cuenta, haciendo consciencia de lo que pones en tus relaciones; y si lo que recibes no es lo que esperas, es momento de trabajar algo que no puedes ver, pero que con ayuda de un profesional podrás hacerlo y entonces si cambiarán tus frases, cuidarás de ti no desde la desconfianza, sino desde la empatía el amor propio, el respeto y la responsabilidad tuya con el otro, cambiarás tú vida.

Por: Miriam Campos Pérez

Coordinadora Yoloma